Tendida debajo de mi ambos yacíamos en la cama con las sábanas hasta la cintura , cuanto la habia esperado, cuanto deseaba lo que ella podía darme. Erá más bella que ninguna, más enigmática y seductora, fría de piel y de alma y un témpano cuando su trabajo tenia que hacer, la había observado antes, precisa e implacable pero en ese momento no erá fría y mucho menos implacable, parecía irradiar un calor hacia mí, se repasaba los labios con la lengua, me miraba con sus agudos ojos mientras yo con los brazos extendidos aún seguía encima de ella, lejos, tanto como me permitían las extremidades.
¿Me temes? – me dijo con voz que embelesaban mis oídos.
Claro que no… te he estado esperando. – contesté intentando que no se me quebrara la voz.
Pero yo no vengo para eso que se te esta pasando por la cabeza en este momento – comento mientras enlazaba sus piernas alrededor de mi cuerpo, sus muslos eran firmes y suaves.
¿Entonces vienes a reírte de mí? ¿de una persona común?. De esas sobre las que nunca versan los cuentos, de esas que con suerte se levantan por las mañanas a hacer un trabajo monótono, esas para las que sus sueños no son más que eso… sueños. Inalcanzables... que los sientes con un dolor profundo que te revuelve por los adentros, de esas personas que nunca aparecen en los libros de historias, de esas de las que te llevas a diario ¿has venido por eso entonces, no?
Esas personas que no aparecen en la historia, son las que han hecho de ella lo que es – me atrajo hacia ella con sus piernas suavemente hasta que nuestros vientres se tocaron- ¿Qué es un nombre, qué es una connotación en la humanidad, crees que vais a existir para siempre? Ni siquiera yo lo haré, ¿Quien piensas que crea los cuentos con los que lo niños duermen por las noches, esos que hablan de héroes y princesas?, ¿acaso piensas que existen los héroes?… solo existen los que vosotros creáis, no vengo aquí por eso. Estoy aquí por que esta noche te deseo a ti, a tu alma y a tu ser. – me tomó una mano y enrollo su lengua por entre mis dedos
Tú más que nadie sabes lo que sufro, tú más que nadie sabes lo que te necesito, no comprendo como puedes querer a alguien como yo, ni esta noche ni nunca- un fuego en mi interior consumía mi ser hasta los cimiento y ella erá la mecha que lo provocaba, cada vez se movía con mas gula, cada vez era más hermosa.
Sé lo que sientes, -introdujo entonces su mano en mi pecho, pude sentir sus dedos abrazándome el corazón
¿Es la hora entonces por fín? – las lágrimas me caían por las mejillas, tenía miedo, como el que se tiene siempre a lo desconocido, pero quería que todo se acabara.
Sólo tengo que apretar y todo acabaría para ti, pero ya te he dicho que hoy no es el día… -suspiró y las hermosas aletas de su nariz se expandieron ligeramente - ojala lo sintieras latir como yo lo sientó. – soltó mi corazón y rodeó mi cuello con ambas manos – me arrastró hasta que quede tendido sobre ella, su pecho se apretaba contra el mío y sus labios le susurraron a mi oído – no hables más, silencio ahora, no pienses, ni sueñes esta noche.
Me levanté de la cama como si tuviera un muelle en la espalda, un sudor frío me empapaba y me faltaba el aire, casi estaba ahogado.
Todo había sido una pesadilla, como tantas de otras, en otras noches. Salí de la cama y me acerque al baño, abrí el grifo y el agua salió con fuerza, me enjuague la cara, necesitaba espabilarme, me aguanté un instante en el lavabo con ambas manos. Ahí estaba yo, ahí estaba mi reflejo en el espejo, todo lo que los demás veían de mí, todo lo que se supone que erá yo. Aparté la mirada no quería verme, cerré el grifo y volví al dormitorio para intentar conciliar el sueño de nuevo. En ese momento me dí cuenta que había algo que se movía bajo las sabanas… no podía ser, debía de seguir soñando, me acerqué en silencio casi sin hacer ruido, me había levantado hacia tan solo un segundo de allí y a mi lado no había nadie, ni nada, estaba seguro, tome un extremo y levante la sabana de un tirón. Nadie, no había nadie allí debajo, observe un instante minuciosamente y si que había algo, era un pequeño trozo de papel doblado con sumo cuidado.
Lo abrí intentando no romperlo, el papel parecía frágil hasta la extenuación, me hubiera gustado verme la cara al abrir ese pequeño trozo de pergamino, por que allí en una caligrafía antigua y muy elaborada ponía lo siguiente.
“Recuerda siempre que tu vida vale mas que cualquier sueño”
No hay comentarios:
Publicar un comentario