jueves, 2 de diciembre de 2010

Alma Oscura: la purga

La autopista estaba desierta, solamente resonaban mis pasos contra el asfalto y el viento que soplaba con fuerza contra mí, como queriendo echarme, como queriéndome decir “da media vuelta sobre tus talones y nunca más te acerques aquí”, pero me dijera lo que me dijera, no me intimidaba él, lo hacia mi conciencia.

El sol se comenzaba a ocultar en el horizonte, la noche llegó de puntillas, casi me sorprendió. Eché la espalda contra uno de los quitamiedos que flanqueaban la carretera.

Les daré unas horas más, sólo unas pocas, hasta que el sol vuelva a salir,” a lo lejos ya podía distinguir la ciudad. Volví a mirarme las manos, cada vez las veía más cargadas de vida, pero no la mía claro, sino la de los demás “ninguna de esas almas irá a ningún lado, ¿verdad?” dirigí mi pregunta a la katana que sostenía sobre una de mis manos, no me contestó como de costumbre, pero era cierto, los que ella tocaba quedaban marcados, condenados a marchitarse por completo.

Las estrellas brillan como salpicaduras de plata esta noche, Anabel...
Como echo de menos tu música en estos momentos."

Los tanques guardaban la entrada principal, se sabía que vendría por allí, siempre lo hacía. Toda ella era un parapeto para los militares, tenían intención de darle con todo a la vez, en otras ocasiones se habían intentado tácticas diferentes, trampas dentro de la ciudad, pequeños grupos divididos para atacar por sorpresa desde diversos puntos, hasta se bombardeó una de ellas, y lo único que consiguieron fue pérdidas materiales multimillonarias y muchas vidas humanas malgastadas, aquel “hombre” era imparable. Con aquella, se habían desalojado ya cinco ciudades, todos los que estaban allí sabían que se tenía que intentar o en algún momento llegaría hasta la población civil, y aquello sería un desastre, como sucedió al principio cuando no se le tenía en cuenta.

Abría alrededor de unos mil hombres armados y los generales daban instrucciones a sus respectivos pelotones. Muchos no sabían bien que decir, que instrucciones dar, eran un millar de hombres contra uno solo y sin embrago, era como pelear contra un dios, cuando un grito metálico altero la poca calma que quedaba.

-¡¡¡ Kurai tamashī!!!- gritaba un soldado de avanzadilla desde los Walkies- se acerca viene caminando, estará a tiro en una hora. ¡Corto!


Así lo llamaban todos, el mismo se puso el sobrenombre de Alma Oscura, pero como su único arma visible era una espada oriental (pese a que sus rasgos fueran occidentales) se le llamaba Alma Oscura en Japonés: Kurai tamashī.

Todos sin excepción tomaron un puesto. Un nido de ametralladoras en la azotea de algún edificio, algún parapeto. Absolutamente todos se posicionaron, cuando alrededor de una hora se distinguió por el horizonte una silueta envuelta en lo que parecía un abrigo negro.

-¡Fuego!


Los tanques corrigieron la posición de los cañones para disparar al blanco, seguidamente descargaron una andanada de obuses, luego otra y otra más. Todas ellas parecían impactar en el objetivo hasta que uno de los tanques voló por los aires dividido en dos trozos. Ya estaba allí. Entre la humareda y el fuego se podían vislumbrar sus ojos ardiendo con llamas azules y el brillo de una hoja curva llena de pálida rabia. Unos tras otros, los tanques fueron cortados como la mantequilla, los pilotos y artilleros escapaban a toda prisa a guarecerse tras las filas de infantería, que nada podían hacer ya que entre las llamaradas y el humo, solo se veían ráfagas de una sombra que se desplazaba a una velocidad endiablada entre explosión y explosión. Muchos hombres, invadidos por el pánico, escaparon ciudad adentro confiando en encontrar un refugio donde jamás le encontrase aquel monstruo, aquella criatura salida de las más profundas pesadillas, que en ese instante arrastraba la espada tras de sí dejando un surco en el suelo hasta dejarse ver de nuevo por los soldados.

-Luchad por vuestras vidas – dijo con voz ronca.

Las ametralladoras silbaron, los fusiles parecían entonar cánticos y Tamashï recibía todos y cada uno de los proyectiles sin inmutarse.

- Joder ese tío es inmortal – decía uno con voz temblorosa.

- ¡Por dios! ¿por qué no se muere? – gritaba otro.

- ¡Mierda, mierda, mierda!- farfullaba un tercero mientras cambiaba de cargador.

Apenas unos cuantos comentaban lo que le pasaban por la cabeza a todos, hasta que un soldado salió corriendo desde uno de los nidos de ametralladoras hacia Alma Oscura. Todos detuvieron la ráfaga de disparos, para no herir a su compañero que completamente enfurecido corría hacia el enemigo desenfundando un puñal.

-Muérete de una vez maldito hijo de … - gritaba el soldado mientras alzaba el arma, pero en una décima de segundo, antes siquiera que terminara la frase Tamashï lanzó un golpe con la izquierda que impactó con la fuerza de un martillo hidráulico sobre el hombro de su oponente haciendo que los músculos se rompieran, que los huesos crepitaran reventando tendones y arterias hasta amputar el brazo que cayó a unos metros de donde estaban ambos y allí se quedó, inerte, sujetando aún el cuchillo en su mano.

El joven cayó arrugándose y gritando de dolor, tratando torpemente de tapar la hemorragia, pero la sangre bullía a borbotones, nada se podía hacer ya por él. Los soldados volvieron a apuntar para descargar una nueva ráfaga, demasiado tarde, en una finta casi imperceptible para ojo humano aquella pesadilla se plantó en uno de los parapetos varios hombres se precipitaron sobre él para intentar reducirlo cuerpo a cuerpo, y la katana silbo una y otra vez, la descargaba con fuerza y rapidez desde los costados, aquel filo partía, cortaba y rebanaba a aquellos hombres sin esfuerzo, hasta que al final bajo sus pies solo quedaron un montón cuerpos mutilados, algunos todavía vivos que gemían lastimosamente poco antes de que se les apagara la vida, tan pronto acabó con ellos, saltó sobre el grueso de las tropas pillándolas totalmente desorientadas, alzó un puño y lo cerró con fuerza. Seguidamente, en un radio de varios metros alrededor de él las rodillas de los soldados comenzaron a crujir. No se podían tener en pie y caían sobre el suelo como si sus cuerpos pesaran una tonelada y sus piernas no los pudieran sostener, todos gritaban, trataban de levantarse, pero era imposible por más fuerza que hicieran. Pronto, el peso que parecía estar sobre ellos se hizo tan intenso, tan insoportable que dejaron de moverse, se les entrecortaba la respiración y sus oídos comenzaban a sangrar, en apenas unos instantes todos lo que habían caído quedaron inertes.

Era miedo, autentico miedo el que atenazaba los corazones de todos los hombres que allí estaban. Paralizados, sabiendo lo que les esperaba. Lo habían intentado y habían fracasado, ni un solo rasguño en su cuerpo, nada que denotase cansancio, fatiga o algún tipo de herida. Nadie podía dar crédito a lo que sus ojos veían pero sin embargo allí estaba, de pie con la cabeza gacha y el puño aun cerrado a la altura del hombro, lo bajaba despacio, sabía que ya había ganado, solo una pequeña exhibición y unos pocos muertos le habían bastado para rendir a mil soldados que parecían ya solo esperar que fuera lo más rápido e indoloro posible.

- Lo siento tanto – dijo kurai allí en medio de más de una treintena de muertos y sin embargo sus palabras parecían sinceras.

Al caer la noche, no quedaba ni un solo superviviente, había matado a todos y cada uno, hasta a aquellos que creían estar a salvo en el escondrijo más insospechado de la ciudad. Entonces comenzó a silbar una triste melodía y a caminar. A silbar porque le ayudaba a callar los lamentos de los que había asesinado, que se repetían una y otra vez en su cabeza, y a caminar porque sabía que si se detenía volvería a dudar. A fin de cuentas era un humano con la responsabilidad de un dios.


viernes, 26 de noviembre de 2010

No es la nohe

No es la noche, ni es el invierno, ni la nieve virgen que cae de este cielo, el frío que se siente viene de dentro, de las entrañas mismas de los sentimientos alimentadas por un corazón de hielo, cuyas fisuras ya no los tapa el tiempo. Como una figura imperturbable permanece en eterno pensamiento, rodeado de grises y atormentados recuerdos, sin más visión futura que un tupido bosque de frondosos fresnos que ocultan los caminos a cualquier ojo diestro, mas uno de tantos nublados días una silueta irrumpió en aquel desierto, de ojos dulces y traviesos, labios tiernos y de caramelo, tiñendo el gris de colores diversos, con cabellos de color negro que caían como una cascada sobre sus hombros tersos, pintaba y dibujaba transformando la apatía en diversión, corría y cantaba con una melodiosa voz y la noche amaneció, el invierno cesó y la nieve dio paso a cantos de un ruiseñor. Entonces fue cuando la ninfa observó la figura oscura sentada en un tocón, a la cual con paso saltarín se acercó, ahora todo era luz y color a su alrededor, pero el hombre seguía sombrío y sin pasión, la muchacha con una mano su mejilla acarició y con una lágrima esta se humedeció, una pausa se hizo entre los dos hasta que la ninfa sonrío y en el pecho del muchacho se acurrucó, los fríos sentimientos se volvieron cálidos de amor, y al final el corazón de hielo latió.

Lo que vale más

Tendida debajo de mi ambos yacíamos en la cama con las sábanas hasta la cintura , cuanto la habia esperado, cuanto deseaba lo que ella podía darme. Erá más bella que ninguna, más enigmática y seductora, fría de piel y de alma y un témpano cuando su trabajo tenia que hacer, la había observado antes, precisa e implacable pero en ese momento no erá fría y mucho menos implacable, parecía irradiar un calor hacia mí, se repasaba los labios con la lengua, me miraba con sus agudos ojos mientras yo con los brazos extendidos aún seguía encima de ella, lejos, tanto como me permitían las extremidades.


  • ¿Me temes? – me dijo con voz que embelesaban mis oídos.

  • Claro que no… te he estado esperando. – contesté intentando que no se me quebrara la voz.

  • Pero yo no vengo para eso que se te esta pasando por la cabeza en este momento – comento mientras enlazaba sus piernas alrededor de mi cuerpo, sus muslos eran firmes y suaves.

  • ¿Entonces vienes a reírte de mí? ¿de una persona común?. De esas sobre las que nunca versan los cuentos, de esas que con suerte se levantan por las mañanas a hacer un trabajo monótono, esas para las que sus sueños no son más que eso… sueños. Inalcanzables... que los sientes con un dolor profundo que te revuelve por los adentros, de esas personas que nunca aparecen en los libros de historias, de esas de las que te llevas a diario ¿has venido por eso entonces, no?

  • Esas personas que no aparecen en la historia, son las que han hecho de ella lo que es – me atrajo hacia ella con sus piernas suavemente hasta que nuestros vientres se tocaron- ¿Qué es un nombre, qué es una connotación en la humanidad, crees que vais a existir para siempre? Ni siquiera yo lo haré, ¿Quien piensas que crea los cuentos con los que lo niños duermen por las noches, esos que hablan de héroes y princesas?, ¿acaso piensas que existen los héroes?… solo existen los que vosotros creáis, no vengo aquí por eso. Estoy aquí por que esta noche te deseo a ti, a tu alma y a tu ser. – me tomó una mano y enrollo su lengua por entre mis dedos

  • Tú más que nadie sabes lo que sufro, tú más que nadie sabes lo que te necesito, no comprendo como puedes querer a alguien como yo, ni esta noche ni nunca- un fuego en mi interior consumía mi ser hasta los cimiento y ella erá la mecha que lo provocaba, cada vez se movía con mas gula, cada vez era más hermosa.

  • Sé lo que sientes, -introdujo entonces su mano en mi pecho, pude sentir sus dedos abrazándome el corazón

  • ¿Es la hora entonces por fín? – las lágrimas me caían por las mejillas, tenía miedo, como el que se tiene siempre a lo desconocido, pero quería que todo se acabara.

  • Sólo tengo que apretar y todo acabaría para ti, pero ya te he dicho que hoy no es el día… -suspiró y las hermosas aletas de su nariz se expandieron ligeramente - ojala lo sintieras latir como yo lo sientó. – soltó mi corazón y rodeó mi cuello con ambas manos – me arrastró hasta que quede tendido sobre ella, su pecho se apretaba contra el mío y sus labios le susurraron a mi oído – no hables más, silencio ahora, no pienses, ni sueñes esta noche.



Me levanté de la cama como si tuviera un muelle en la espalda, un sudor frío me empapaba y me faltaba el aire, casi estaba ahogado.

Todo había sido una pesadilla, como tantas de otras, en otras noches. Salí de la cama y me acerque al baño, abrí el grifo y el agua salió con fuerza, me enjuague la cara, necesitaba espabilarme, me aguanté un instante en el lavabo con ambas manos. Ahí estaba yo, ahí estaba mi reflejo en el espejo, todo lo que los demás veían de mí, todo lo que se supone que erá yo. Aparté la mirada no quería verme, cerré el grifo y volví al dormitorio para intentar conciliar el sueño de nuevo. En ese momento me dí cuenta que había algo que se movía bajo las sabanas… no podía ser, debía de seguir soñando, me acerqué en silencio casi sin hacer ruido, me había levantado hacia tan solo un segundo de allí y a mi lado no había nadie, ni nada, estaba seguro, tome un extremo y levante la sabana de un tirón. Nadie, no había nadie allí debajo, observe un instante minuciosamente y si que había algo, era un pequeño trozo de papel doblado con sumo cuidado.


Lo abrí intentando no romperlo, el papel parecía frágil hasta la extenuación, me hubiera gustado verme la cara al abrir ese pequeño trozo de pergamino, por que allí en una caligrafía antigua y muy elaborada ponía lo siguiente.


Recuerda siempre que tu vida vale mas que cualquier sueño”

Mundo

Este texto debe leerse mientras se escucha esta canción (a partir del 0:30). Os dejo con el


Las gotas discurren por el cristal, como si se deshiciera en llantos

Llueve en la ciudad, fuera, lejos de mi mundo

Donde la gente corre para coger el autobús con sus diminutos paraguas de bolsillo

Donde los niños juegan en los charcos ocultos bajo llamativos impermeables

Donde los perros se refugian bajo las cornisas junto a los mendigos

Allí donde a una chica se le desparraman los apuntes por el suelo empapado

En ese mundo,

En el que alguien observa con intensidad algo a través de un escaparate

Aún sigue el mimo congelado en la esquina con el maquillaje bicolor corrido

Debajo de mi mundo

Algunos asoman sus lenguas para robar un poco de naturaleza.

Y allí en el contiguo edificio.

Alguien a través de su ventana salpicada de lágrimas también observa

Observa lo único que ambos en algún momento hemos compartido

El mundo que se sucede abajo.

Corazón furioso

Sentía las uñas frías al principio clavadas en mi pecho, como me desgarraban, como me surcaban hasta que empezaron a arder a medida que me iba arrancado la piel, se resistía, se aguantaba no quería separarse pero termino por ceder, poco a poco la despegaba del músculo, podía sentir como se arrancaba de cada fibra y como me dejaba la carne desnuda.

De forma lejana podía escuchar los ladridos dentro de mí, rabiosos, desorbitados y furioso.

Pasé los dedos por el tejido, estaba blando y suave, hasta que parecieron percibir mis intenciones y se tensaron como cables de acero, pero eso no me detuvo, metí los dedos entre las fibras y las rasgue con fuerza, me doble por un momento agachado por la impresión y el rojo de la sangre, pero no había dolor, no sentía dolor, nada en absoluto.

Una parte de la caja torácica quedó al descubierto, ahora sí que podía oír aquel perro ladrando con fuerza tras los barrotes de su jaula.

Apenas mis dedos llegaban a tocarlo, estaba húmedo, y malhumorado. me agarré con fuerza dos costillas, y estiré y estiré hasta que escuché un crack y las costillas salieron escurriendo el tuétano.

Introduje la mano en el hueco y los ladridos se transformaron en llantos, la rabia en amargura y mis dedos se deslizaron por su cuerpo palpitante, un ultimo esfuerzo y volví a tirar, las arterias no lo querían soltar lo agarraban como una madre a su hijo, pero al final se le resbaló de entre los dedos y sentí como salía de mi todo cuanto una persona podía albergar, soberbia, gula, ira, sentimientos de odio, la envidia, hasta la desidia. Y me quedé vacío con todo aquello y mucho más entre mis puños, los apreté con fuerza y sentí como explotaba entre mis dedos una fuente de sangre y vísceras.

Ahora ya no queda nada, después de tantos años estudiando la vida, de tantos años aprendiendo, aprendiendo a que uno se tiene que quedar vació y sin aliento.

martes, 18 de mayo de 2010

La historia de mi vida

Supongo que si recapitulara la historia de mi vida sería una historia no muy larga, pues la verdad no he hecho mucho en ella, pero sí que sería un pasaje lleno de risas, momentos de incalculable valor que guardo como un tesoro en mi memoria y penas, esas circunstancias que prefieres no recordar pero se te hace imposible no hacerlo.

Por desgracia, siempre son las penas las que perduran y las risas las que son efímeras y pasajeras, y ahí navego yo en un mar de sueños rotos y brumas cegadoras, pues no sé porque mano diestra del destino, todos mis propósitos se vienen abajo, y aún creando nuevos sueños se quiebran cual frágil cristal, como quebradas están mis rodillas por no sé que mal; ¡ay! dolor y fuego en mis entrañas siento ¡ay! amargura infinita que sabe en mi boca y no se desprende por más que lo intente y no es que me siente y me alimente de este dolor hiriente, porque de luchar lucho igualmente que escucho voces que me encienden y hacen que mis sentimientos se vuelquen ¡ay! inspiración cruel que siempre apareces cuando más ahogado estés. Y las rimas no son necesarias, nunca lo fueron para mí, porque la vida no es rima, es circunstancia, suerte y lucha mismamente, pero más dulce parece el sufrir cuando rimado es al fin.

Pero dulce no es nuestra suerte, no es la suerte del marinero, ni la del guerrero que yelmo en ristre y hoja cortante no encuentra más que yacer bajo un manto de tierra.

Complicado es el ser humano... y aunque parecidos, si comparásemos, cuan distintos somos, porque diferentes son los surcos que recorren nuestro corazón, diferentes en profundidad y dirección, demasiado complicados y a la vez demasiado simples, así somos.

Pero a veces da igual que todo duela, a veces el dolor te hace ver que sigues vivo, que aún con la dama más bella no se cruza tu camino, pero ella te espera, ella me espera y sentada lo hace con delicada agudeza. Espera pues con tus cabellos negros y tu mirada serena que algún día a tu diestra me postraré y a tus ojos miraré esperando vivir otra vez, mientras deja que todo duela, que pronto reiré otra vez, que de gozo y con ganas lo volveré a hacer.