viernes, 22 de abril de 2011

Hombre de hojalata

Aún dormido permanezco pegado a unas sábanas
en las que me suelo perder todas las noches
el despertador suena sin darme clemencia
ojos sonámbulos se levantan en el nuevo día
y una mano que extraña toca el hueco vació de la cama
donde alguien a mi lado se debería acostar
oídos huecos esperan un “ quédate un rato más”
pero silencio pesado es lo que obtienen para desayunar

no hay tiempo para esto me dice un cerebro precavido
ponte esta mañana la mejor superficialidad por máscara
me dice con todo el frío de su voz el maldito resabido
recojo con mesura los últimos trozos de murria
que han quedado por mis pensamientos esparcidos
pero como carbones encendidos queman
dejando agujeros difíciles de remendar
hasta que me quede confundido sobre lo que significa
felicidad.

Lo guardo todo en el armario de la inconciencia
bajo la llave de la insegura decencia
envuelto en el quebradizo aplomo disfrazado de cadenas
el hombre de hojalata ya no se oxida por lágrimas
ya no sigue el camino amarillo
ahora sigo... algo distinto.

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